Por: Diego Martínez de Velasco Amaro, Director del Centro de Emprendimiento y Desarrollo Empresarial
Ciudad de México, abril 2019.- Todo individuo que emprende, es considerado un “activo nacional”, el cual debe ser motivado e incentivado por su impacto en la economía, ya que tiene la posibilidad de cambiar la forma de vivir y trabajar de los ciudadanos. Sin duda, los países que le apuestan a la ciencia, la innovación y al emprendimiento, son más factibles de impulsar su desarrollo económico y social.
En la última década, el emprendimiento en México ha crecido exponencialmente, lo cual ha puesto al país en la mira de la inversión tanto nacional como extranjera, y ha sido el parteaguas para nuevas políticas públicas y económicas como la Ley Fintech, la nueva sociedad mercantil para la creación de empresas en 1 día: SAS (Sociedad de Acciones Simplificadas) y la propuesta de Ley De Pago a 30 Días, impulsada por la ASEM (Asociación de Emprendedores de México), que actualmente es discutida en las cámaras. En el sexenio anterior (2012-2018), se generaron más de 4 millones de empleos, de los cuales el 52% de ellos fueron creados por pymes. También, en este periodo, se aumentó la formalidad del empleo, ya que se llegaron a registrar más de 135,718 patrones en el seguro social; 117,718 más comparados con los 18,000 del gobierno anterior. Esto, se debió en gran medida a esfuerzos de institutos como el INADEM (Instituto Nacional del Emprendedor), que incentivaron la creación de nuevos negocios en el país.
Aunque estas cifras parecen prometedoras, también se debe analizar la calidad de los empleos que las pequeñas y medianas empresas ofrecen. El político y economista mexicano, Santiago Levy, expone en su libro: Esfuerzos Mal Recompensados (2018), que existen numerosos “empleos malos” en México, con alta rotación y escaza capacitación o aprendizaje en el lugar de trabajo. Esto no porque los empleados no estén capacitados para realizar sus funciones, sino porque la mayoría de las pymes, son de baja productividad y de corta vida. Según datos del INEGI, 65% de las empresas no supera los 5 años de vida y el Centro de Desarrollo para la Competitividad Empresarial, estima que el 75% de las pymes cierran operaciones luego del segundo año. Estas cifras lo que nos indican es que, aunque a las pymes se les atribuye un número significativo de empleos creados en el país (78%); desafortunadamente, la mayoría de éstos, no son de calidad. Entiéndase calidad como: oportunidades de crecimiento, de capacitación, de acceso a salud de calidad, y de otros beneficios que ofrecen las empresas de gran tamaño.
Dentro de los diferentes retos a los que se enfrentan las pymes para desarrollar crecimiento, se encuentran, los financieros: ingresos insuficientes, exceso de gastos operativos, mala administración del dinero; algunos desafíos administrativos como: falta de indicadores, falta de proceso de análisis, planeación deficiente y problemas en la ejecución, carencia de contratos con stakeholders; también carecen de estrategias efectivas de comunicación y por último, un manejo inadecuado de cultura empresarial y gestión de capital humano.
Estos retos representan una gran oportunidad para las empresas que brindan servicios de consultoría en las distintas áreas de la empresa como las que describo anteriormente. De hecho, es un mercado que ha crecido significativamente en los últimos años. Es muy importante que las pymes no caminen solas y busquen acompañar su crecimiento de la mano de expertos calificados, que cuenten con las credenciales y la experiencia suficiente. Según un estudio realizado por GALI (Global Accelerator Learning Initiative), las empresas que participan en programas de consultoría, experimentan, en promedio, mayor crecimiento en ingresos (31%) y empleados de tiempo completo, comparado con aquellas que no reciben ningún tipo de guía o acompañamiento.
El CEDE (Centro de Emprendimiento y Desarrollo Empresarial) de la IBERO, además de tener programas de incubación para la creación de nuevas empresas, cuenta con un esquema de consultoría para pymes, cuyo foco es fortalecer la capacidad empresarial de estas organizaciones; aumentando su productividad y competitividad mediante la innovación y la capacitación. Este plan abarca asesorías en diferentes áreas como el desarrollo de nuevos productos, diseño y comunicación, sistemas financieros y contables, asesoría en el área legal, gestión de procesos y capital humano.
Sin duda, la aportación económica y de generación de empleos al país, de las pequeñas y medianas empresas ha sido y seguirá siendo muy significativa; sin embargo, hace falta mucho trabajo por parte de la academia, del gobierno y del sector privado, para apoyar a estas organizaciones a volverse más productivas, innovadoras y competitivas, para que puedan subsistir en el transcurso del tiempo y más importante, que puedan ofrecer empleos de calidad que verdaderamente mejore la calidad de vida de los trabajadores.
Actualmente, con la desaparición del INADEM, se pone en riesgo el creciente desarrollo de emprendedores y Pymes. Sin embargo, hoy el gran reto de las organizaciones que se dedican al desarrollo empresarial, es cómo pueden ayudar a las pymes existentes, a volverse más productivas, para que sobrevivan en el mercado y puedan ofrecer empleos de calidad.
Colaboración con: “Revista Consultoria”
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